INTRODUCCIÓN A LA TEMÁTIKA AMBIENTAL José A. “Chuza” Ledesma

jueves, 5 de agosto de 2010

INTRO…………………………………………………………………………………… - I -

CONSERVACIONISMO/ECOLOGISMO /AMBIENTALISMO.………………- II -

SUSTENTABILIDAD………………………………………………………………….. - III –

Palabras claves: ambiente, amor, armonía, cultura, desarrollo sustentable, ecología, educación

ambiental, kosmos, mentira, natura, nuevo paradigma, valores, verdad, vida.

- I - INTRO

El ambiente es el medio, el universo, el cosmos.

El todo que, por sinergia siempre es mayor a la suma de sus partes. Es el escenario que contiene la manifestación de la vida misma, campo y ritmo en el que se articulan NATURALEZA y CULTURA en constante transformación. Es aquí donde surgen, viven, aparecen y cambian las circunstancias que condicionan el estar y el ser de cada individuo, de cada microcosmos, dando existencia al sistema que nos involucra a todos, infinito espiral en permanente mutación. El ambiente es el verdadero ecosistema y le es inherente el estado de amor. De allí, la armonía que nos demuestran el desarrollo de una célula, una semilla al brotar, la apertura de una flor, el vuelo de un picaflor, el sol de cada atardecer, el movimiento de la cadena de ADN, la sonrisa de un bebe...

La NATURALEZA es el ámbito de la existencia, dominio de la verdad.

Hace miles de años, entre todas las especies, emergemos los humanos. Comenzamos por organizarnos en grupos nómadas dentro del ambiente existente, adaptados al medio físico precedente. A medida que evolucionamos como homo sapiens por las edades de piedra, hierro, bronce, adquirimos creencias y llegamos a producir la revolución agrícola en el Neolítico, siglos antes de la aparición de Cristo. Al transformarnos en sedentarios agricultores, cambiamos dramáticamente nuestro posicionamiento frente a la NATURALEZA. Somos los humanos quienes cultivando, incorporamos el concepto de CULTURA en el ambiente, al ser los primeros en rendir culto a nuestros muertos, al organizarnos gregariamente y establecernos en grupos, al empezar a fraccionar el ambiente en territorios, comarcas, terrenos algunas veces compartidos comunitariamente y otras con áreas exclusivas de alguno, alguna o algun@s, al crear reinos propios y extranjerías, al producir religión, lengua, arte, escritura.

En distintos momentos y lugares históricos del planeta, comenzamos a reconocer en un líder que nos ha guiado, a nuestro cacique, caudillo o rey, dueño y señor. Lo entronizamos, él elige a su reina y nos determina en su entorno una clase social “superior”, la realeza, la cual dictamina leyes reales que el rey y la reina firman y así establecen con fuerza de ley la realidad, que lejos de ser la única verdad, sólo es el punto de vista que tiene el rey, la reina y casi siempre su entorno. La realidad es la ley que preserva y defiende a ultranza los intereses de una clase social “superior”, la dominante.

La realidad, sólo una ley cultural. La verdad es una ley natural.

En lo que conocemos como “mundo occidental” y ya dentro de la era cristiana, los humanos empezamos lentamente a creernos la especie superior, descendientes de los dioses que nos han creado y empezamos a separarnos de la naturaleza. Pretendemos dominarla para nuestros intereses, que son netamente culturales. Nos aglutinamos en y alrededor de poblados que no paran de crecer, nos hacinamos y nos generamos aún sin tener conciencia de ello, pestes devastadoras. En el siglo XV llegamos al clímax del antropocentrismo, es mientras transcurre el renacimiento europeo y el “descubrimiento de las Indias Occidentales”. Es el tiempo del sistema colonial, en el cual se desarrollan los centros con su poder hegemónico en desmedro de las periferias originarias de los recursos naturales. Con este marco en un siglo nace el capitalismo como sistema social. Un par de siglos después iniciamos otra revolución, la industrial, fenómeno que acelera tanto el crecimiento de las producciones fabriles como el de las poblaciones devenidas en urbes cada vez más desordenadas. Y el individuo posiciona ya CULTURA contra NATURA.

Crecen geométricamente algunas fortunas privadas, capitales de las clases dominantes, como así también crecen las masas asalariadas junto a la desigualdad, el hambre y la pobreza. El progreso es manifiesto en lo económico, en el conocimiento académico, en las ciencias, en las técnicas que ven en la naturaleza sólo una fuente de recursos infinita, inagotable y para el servicio exclusivo de las pretensiones de los sectores humanos más poderosos económicamente. El capitalismo crece inconmensurablemente y para sustentarse genera el imperialismo. En su lógica costo-beneficio ni se consideran los recursos naturales más elementales como el agua, la tierra, el aire. Y la natura empieza a sentir los embates de la progresiva polución que le causa parte de nuestra cultura con su realidad. Algunos adelantados prevén ya los posibles riesgos de este progreso.

Aparecerá por fin la economía de mercado, donde solo importa la oferta según la demanda y de donde surgirá la cultura del consumo.

Si la naturaleza es dominio de la verdad, la cultura provee una característica que le es propia e inmanente, la mentira.

Entre las ciencias, la BIOLOGÍA estudia la vida. De ella surge, a mediados del siglo XX, la ECOLOGÍA, nueva disciplina que asimila científicamente la relación de los seres vivos entre si y con su ambiente, entes bióticos y abióticos que conforman diversos ecosistemas naturales. Recién entonces los humanos empezamos a tener conciencia de los resultados de las acciones propias de nuestras CULTURAS sobre la NATURALEZA. Algunos esperamos que ya no sea demasiado tarde.

Precursor de lo que hoy se conoce como ecopolítica, ecología agraria y agricultura sostenible, el Licenciado Don Manuel Belgrano, escribía en el «Correo de Comercio» del 9 de junio de 1810:

«Todo se ha dejado a la naturaleza; más es, aún a esta misma, se ha tirado a destruir, si cabe decirlo así; por todas partes que se recorra en sus tres reinos, animal, vegetal y mineral, sólo se ven huellas de la desolación».

«Los males del campo y la causa de la pobreza de sus trabajadores es la falta de propiedades de los terrenos que ocupan los labradores», siendo la consecuencia de ello: «el abandono y la aversión a todo trabajo».

«Nada ciertamente puede dar tal satisfacción como la vista y goce de paseos deliciosos a la sombra de los árboles que uno ha plantado por sus manos; ellos están prontos para nuestro recreo, y para darnos crecidas utilidades...»

Favoreciendo su cultivo expresa:

«Así repondríamos lo que han destruido los que nos precedieron y lo que nosotros arruinamos sin consideración alguna a la posteridad, contentándonos únicamente con trabajar para nosotros, para nuestros placeres».

«Las más sabias legislaciones jamás separaron á la Agricultura del Comercio; á ambas dispensaron igual protección. Sin recompensa no hay talento, porque es su principio y su móvil. El genio para sobresalir necesita de la emulación, y solo se excita con la recompensa».

Verdadero apóstol de la ecopolítica, un adelantado del desarrollo sustentable, nuestro prócer que ganó batallas increíbles y creó nuestra bandera, murió en la miseria sin reconocimiento alguno.

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