LAS MOVIDAS DEL VERANO

miércoles, 6 de abril de 2011



                
Durante la temporada estival la costa atlántica aparece en la tapa de todos los medios por este fenómeno del desplazamiento poblacional temporario para el disfrute del sol y las playas; pero poco a poco, también es noticia cuando comienza a transparentarse el lado oscuro de este mundo etiquetado de “feliz”  y que tiene como principales protagonistas a empresarios, políticos y miembros del poder judicial.

                El turismo de la costa atlántica se ha caracterizado desde sus inicios por el aprovechamiento de sus costas y por el carácter exclusivista que un sector de la sociedad ha querido dar al espacio. No es nuestra intención hacer una historia del turismo de playa pero sí marcar que continuamos en un período caracterizado por una impronta privatista, propia del modelo neoliberal que puede emparentarse con el carácter exclusivista del nacimiento de algunas villas balnearias hacia finales del siglo XIX (aclaro que esto no pretende ser un ejercicio de nostalgia keynesiana y vanagloriar la etapa de turismo masivo, propio del período del Estado Benefactor).

                 La apropiación material y simbólica que los grupos de poder ejercen sobre determinados espacios tiene como consecuencia la privación al disfrute de ese espacio por parte de otros sectores de la población, en esto consiste la privatización del espacio público, por un lado en un negocio que obtiene ganancias derivado de la explotación de la naturaleza (en este caso) y por otro lado, en que ese espacio se convierte en no-público y por lo tanto, no accesible para todos/as – restringido para las mayorías. Esto último resulta clave para el funcionamiento del negocio, debe haber un sujeto que pague para sentir que solo los que tienen ese poder pueden estar allí. Pero también ha desarrollado últimamente un abanico de variopintas resistencias que el pasado 12 de marzo se reunieron en Miramar para participar en la 4ta. Asamblea Regional en Defensa del Medio Ambiente Costero.

                El mencionado encuentro contó con representantes de diversas localidades: Santa Teresita, Las Toninas, Moreno, Villa Gesell, Miramar, Luján, Mar de Cobo, Necochea y Mar de Plata (Asamblea Autoconvocados Verde Mundo, Fundación Reserva Natural puerto Mar del Plata, Paren de Fumigarnos y la ACHyV). Básicamente se socializaron las experiencias a modo de conocer el trabajo de cada Asamblea, ONG o Sociedad de Fomento que participó y finalmente se propuso una agenda de trabajo de cara a la presentación de una ley que defienda el manejo integrado del litoral costero, siendo la defensa del espacio público el elemento aglutinador.

Esta actividad económica llamada turismo, que muchos denominan  industria sin humo, produce una serie de impactos que van en detrimento de la propia actividad. En otras localidades turísticas como Esquel o Gualeguaychú existe una contraposición de usos del suelo que lleva a la incompatibilidad entre las diferentes actividades (extractivas); en cambio en la costa atlántica, determinadas formas de apropiación del espacio se vuelven en contra de la naturaleza y el conjunto de la sociedad en beneficio del sector privado muy bien representado por el poder político.

La problemática que subyace a toda esta movida en defensa del espacio costero es el continuo avance de lo privado sobre lo público que se profundiza por el dinámico equilibrio del litoral. ¿Qué quiere decir esto? Las playas están en continuo movimiento e interacción con el mar, lo cual produce períodos de acumulación y pérdida de arena; pero a esto debemos sumarle las continuas obras de infraestructura (puertos, escolleras, espigones y balnearios – paradores) que han interferido y modificado el intercambio natural de arena. Como consecuencia de esta acción antrópica, la superficie de las playas ha disminuido y la lucha por este espacio se vuelve más intensa porque la superficie de la cual esperan obtener un rédito económico los empresarios es menor.

Los políticos que actúan en connivencia con los empresarios legitiman, junto a algún sector del poder judicial, esta actividad económica permitiendo que lo privado se mantenga a costa de lo público, ¿de qué manera? Permitiendo el cercado de playas y el uso de guardias de seguridad para garantizar el derecho de admisión; realizando faraónicas obras de refulado que se pagan con el dinero de todos/as; omitiendo controles y sanciones para los concesionarios que no cumplen con sus obligaciones (existencia de accesos públicos e infraestructura sanitaria); permitiendo el robo de arena o el traslado desde la zona pública hacia la playa concesionada, entre otras.


Pero hay otra modalidad que podría adaptarse a lo que se conoce como acumulación por desposesión y es la privatización encubierta del espacio público, por parte del municipio, bajo la forma de padrinazgo. La secuencia sería la siguiente, el municipio descuida un espacio público y este espacio es ofrecido para apadrinarse; la municipalidad se desentiende de su cuidado y el padrino, mediante una suma de dinero que se reparte entre el municipio y otra entidad social (por ejemplo Sociedad de Fomento), se hace cargo del espacio pero sin obtener, en teoría, un rédito económico directo, sino que formaría parte de una mejora paisajística del ambiente circundante a su empresa.  Veamos un ejemplo:

Las playas al Sur del faro, por su belleza natural  y su lejanía se han transformado en uno de los sectores más exclusivos de la ciudad para el disfrute de los sectores más pudientes de la sociedad. La zona comprendida entre el faro y el límite Sur del partido (las brusquitas), según la Ordenanza 10.011/95,  se denomina Reserva Turístico y Forestal Paseo Costanero Sud.  Parte de esta reserva ha sido entregada a padrinos que la usufructúan instalando estacionamientos de vehículos, cartelería publicitaria e impidiendo el paso del público cercando el espacio de todos/as. Una cosa es que el carácter de reserva (esto también es discutible) impida o restrinja el uso de un espacio pero otra muy distinta es que una actividad económica impida la libre circulación de las personas. Entonces esta reserva se coinvierte así en un espacio apetecible por el capital, pero también se convierte en un espacio de resistencias; la de los vecinos autoconvocados en asamblea para defender el espacio público costero (VERDEMUNDOMAR.BLOGSPOT.COM), quienes mediante manifestaciones de distinto tipo (festivales, marchas, presentaciones de proyectos a la municipalidad) y cuidado del lugar que el municipio abandonó, luchan contra los intentos privatizadores que continúan como en plena década de los noventas.


Diego Garbino

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